• El trabajo destaca el papel fundamental que el transporte público juega para el progreso de la sociedad, y plantea los factores a tener en cuenta en el diseño de políticas públicas orientadas a fomentar un modelo de movilidad sano, seguro y sostenible.
• La recuperación tras la pandemia consolida al transporte público colectivo como pilar fundamental.
• Se ha conseguido atraer desde el vehículo privado a un 8% de los actuales viajeros del transporte público.
Ineco presentó en Global Mobility Call las principales conclusiones de su nuevo informe “Movilidad en transformación. Perspectivas”, sobre la evolución de los patrones de movilidad en los últimos cinco años, considerando los efectos de la pandemia. Un profundo análisis que pretende ser útil para detectar los cambios en nuestra movilidad, poniendo el foco en el envejecimiento de la población, la ampliación del trabajo en remoto, los cambios sociales y su relación con la propiedad de vehículos, así como las innovaciones tecnológicas y tarifarias que propician otras formas de movilidad.
El trabajo, desarrollado por un equipo multidisciplinar de Ineco, destaca el papel fundamental que el transporte público juega para el progreso de la sociedad, y plantea los factores a tener en cuenta en el diseño de políticas públicas orientadas a fomentar un modelo de movilidad sano, seguro y sostenible.
Cinco años después de que comenzara a extenderse el Covid-19 y obligara a confinamientos, el Ministerio de Transportes se ha hecho con un informe, a modo de radiografía, sobre cómo ha cambiado la movilidad y sus tendencias. Entre ellas figura el necesario debate sobre fiscalidad en caso de que en un futuro se pretendan sostener incentivos al tren o al autobús en detrimento del coche privado. Y no por motivos extraordinarios, como fueron la crisis sanitaria o la inflación desbocada, sino por el desafío de la descarbonización.
El estudio ratifica que los volúmenes de oferta en los distintos modos colectivos para viajar, y también la demanda, han superado en España los niveles previos a 2019, pero se advierte que la crisis sanitaria y el miedo a los contagios “pusieron en riesgo el sistema y los objetivos de sostenibilidad”. La conclusión para el equipo de Ineco, que ha coordinado el experto en economía del transporte Javier Anibarro, es que la movilidad post Covid es “muy diferente a la que existía antes: se ha vuelto más heterogénea, con patrones de horarios y desplazamientos más variados”.
El acceso al teletrabajo, por ejemplo, se asienta entre un 14,4% de la población ocupada (22,4% de media en Europa) y resta un 7% a los viajes diarios por motivo laboral. Se trata de uno de los cambios más trascendentes en el último lustro a la vista de que solo un 8% de los trabajadores podía cubrir su jornada desde casa a finales de 2019, según refleja el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad. Este es uno de los motivos por el que la movilidad interurbana y de ocio ha ganado peso frente a la urbana ocupacional (por trabajo o estudios).
La recuperación tras la pandemia consolida al transporte público colectivo como pilar fundamental. En el ámbito interurbano la demanda en servicios públicos el año pasado fue un 6,3% superior a la de 2019, mientras que subió un 2,8% en el espacio urbano. La duda entre Administración y operadoras de transporte es qué sucederá a partir de la retirada de buena parte de las bonificaciones extraordinarias en el arranque de 2025.
El estudio apunta que una aplastante mayoría de los usuarios de autobús o tren altamente subvencionados ya lo eran antes de las ayudas, pero se ha conseguido atraer desde el vehículo privado a un 8% de los actuales viajeros. Es en este punto en el que Ineco, dependiente del Ministerio de Transportes, resalta que las políticas de gratuidad o incentivación han sido esenciales para garantizar la movilidad. En el texto se apunta hacia “una reflexión de cara a la posible evolución del esquema de apoyo público al transporte público”, y se añade que “su importe debe ajustarse a un escenario fiscal sostenible en el medio plazo”.
La eficacia de las ayudas ha consolidado al transporte público frente al particular; ha sostenido su continuidad y la de los operadores, y ha ayudado a embridar la espiral inflacionista. La encuesta de presupuestos familiares del INE expone que de 2019 a 2023 el gasto medio por hogar en transportes se ha reducido un 2,8%.
En una decisión sin precedentes, entre marzo y diciembre de 2022 estuvo en pie el descuento de 20 céntimos por litro de combustible. Y en septiembre de ese mismo año entraron en vigor otras medidas encaminadas a abaratar el transporte público, con prórrogas que llegan hasta el próximo 31 de diciembre. La factura anual de estas últimas bonificaciones es de 1.470 millones para la Administración General del Estado, a lo que se suman aportaciones por 420 millones de otras administraciones.
Están rebajados en un 100% los títulos multiviaje de autobús en líneas estatales, y también son gratuitos los abonos de Renfe en Cercanías y Rodalies, y en la media distancia convencional. El descuento alcanza el 50% en los abonos del servicio Avant, y al menos llegan a esa cota en el transporte público urbano, metropolitano e interurbano bajo gestión de ayuntamientos y comunidades autónomas. A todo ello se suman los descuentos de hasta el 90% a viajeros de 18 a 30 años en los dos últimos veranos en el transporte interurbano.
Tras este apoyo de la Administración, Ineco llama a mejorar las políticas de gestión y gobernanza de modos de transporte que, en algunos casos, también están necesitados de grandes inversiones.
El miedo al contagio del Covid-19 sirvió de trampolín para el uso del automóvil. Antes de la pandemia copaba un 65,3% de cuota en España medida en pasajeros por kilómetro recorrido (69,8% en la UE), subiendo al 80,4% en 2020 (81,8% en la UE), y moderando su peso por debajo del 67% en 2022. A falta de datos sobre 2023, la tendencia que apunta Ineco es a la baja de la mano de la oferta pública, el envejecimiento de la población, el coste del combustible y de nuevas tecnologías de propulsión, factores regulatorios (zonas de bajas emisiones) y nuevos patrones de consumo entre los jóvenes. Todas ellas son tendencias que llaman a reinventar la movilidad.
Además de la contracción de la economía en más de diez puntos, en 2020 la nómina de viajeros del autobús, tren, avión y barco rozó una caída del 47% respecto a 2019, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), llegando a picos en grandes ciudades del 70% al 90%. El coche se reforzó claramente, pero se estima ahora que un 8% de los nuevos viajeros en medios colectivos utilizaban previamente el automóvil.
La toma del pulso a los viajeros deja entrever que la emergente micromovilidad (bicicleta, patinete, moto y coche de alquiler en entornos urbanos), muestra limitaciones para convertirse en eje principal para un transporte sostenible. Sin embargo, el autobús (bonificado), y el avión (no bonificado) destacan por su fuerte y rápido crecimiento.
En el caso de la movilidad urbana desde la pandemia, el avance es más lento y heterogéneo. Y es aquí donde el teletrabajo y la micromovilidad están afectando en un mayor grado.